Por: Rodrigo Lezama Beltrán, Director de Cumplimiento y Auditoría, Cibergestión
En México, la Ley Fintech cambió las reglas del juego para quienes ofrecen servicios financieros digitales. La cual se ha convertido en un marco regulatorio que da claridad, protege a los usuarios y obliga a las empresas a tomarse en serio la seguridad y la transparencia.
En ese contexto, cuando hablamos de dinero, datos personales y decisiones patrimoniales, no hay margen para errores. Uno de los grandes aciertos de esta ley es que pone sobre la mesa temas que antes eran opcionales para muchas plataformas, como: ciberseguridad, protección de datos, verificación de identidad y prevención de fraudes.
Aunque suene complejo, en la práctica significa que cada vez que usas una app para invertir, mandas dinero o pides un crédito, hay reglas claras cuidando que esa transacción esté bien hecha.
En Cibergestión lo vivimos todos los días. Las fintech —y también muchos bancos— están rediseñando por completo sus procesos para cumplir con estas nuevas exigencias. Porque digitalizar no es solo escanear documentos o poner un botón de “siguiente”; es repensar cómo funciona todo, desde el inicio, con seguridad, eficiencia y cumplimiento normativo.
Por eso desarrollamos soluciones pensadas para este nuevo entorno: trazabilidad documental, validación de identidad en tiempo real, automatización de tareas clave y controles de riesgo alineados con la regulación.
Todo con un solo objetivo: dar certeza a quienes confían en nosotros y ayudarlos a crecer con bases firmes.
Cumplir con la Ley Fintech no es un trámite para evitar sanciones. Es una ventaja competitiva. Te abre puertas: permite trabajar con bancos, atraer inversión, generar confianza y escalar más rápido. En resumen, quien cumple, crece.
Tener reglas claras no detiene la innovación, la impulsa. Y si algo hemos aprendido, es que la tecnología y la regulación no tienen que estar en bandos opuestos. Con los socios adecuados, pueden caminar de la mano.
En Cibergestión creemos que la confianza no se improvisa. Se construye. Y hoy, más que nunca, se construye con procesos seguros, decisiones informadas y una visión clara del futuro.